En el norte de Extremadura y asomándose a la frontera con Portugal, el Parque Cultural Sierra de Gata es un espacio en el que la naturaleza, el patrimonio, la gastronomía, la historia y las tradiciones dibujan un paisaje repleto de matices. Es precisamente ese carácter fronterizo el que ha dejado en sus habitantes el gen de la inquietud y el emprendimiento. La tierra aporta aceitunas, uvas, miel y excelentes pastos para el ganado. De ahí surge la voluntad de la producción y la distribución. Vinos, aceites y quesos, por poner algunos ejemplos representativos son parte del motor económico de un entorno en el que la tradición sigue teniendo un peso muy importante en los procesos productivos.